Fenómenos extremos como el ciclón Nargis o el terremoto que asoló el suroeste de China la pasada semana se repiten con más frecuencia e intensidad en los últimos 30 años.
Tras el desastre, una nueva vida. Planes a corto, medio y largo plazo para asentar nuevos planes que permitirán el desarrollo desde la nada, regresar al punto de inicio y conseguir una realidad como la que existía previamente a la catástrofe. Todo un proceso que conlleva esfuerzo e inversiones humanas y económicas que los países industriales “deberían proporcionar a los que más desfavorecidos, que son al fin y al cabo, los que padecen las consecuencias de nuestras continuas y excedentes emisiones de CO2 a la atmósfera contribuyendo a la intensificación de los efectos del cambio climático”. Así lo explica la responsable del programa de Cambio Climático de WWF/Adena, Mar Asunción.
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